La cuestión del poder es un rasgo característico de la vida social humana, se trata de una habilidad para llevar a cabo cierta acción que se ejerce con fortaleza. Desde luego el uso habitual del poder está directamente asociado con el gobierno y con la relación fundamental de quién manda y quién obedece. Solemos asociarlo con la convivencia, con la forma de organización y la toma de decisiones en el ámbito público y político. El poder interviene en esta configuración que determina la estructura social y política a través de las instituciones y las propias personas. Esta idea de poder se vincula directamente con la violencia explícita o implícita como medio para lograr cierto fin. En Sobre la violencia, Hannah Arendt critica y explica cómo el poder en el ámbito político es dominación.

De hecho, sostiene que la guerra siendo la última ratio, la vieja continuación de la política por medio de la violencia. La crítica radica, sobre todo, en cómo se ha entendido el poder en relación a la política y

que Max Weber definía de esta manera: "el dominio de los hombres sobre los hombres basado en los medios de la violencia legitimada, es decir, supuestamente legitimada".

Se trata de la organización de la violencia donde, como pensaba Karl Marx, el Estado es un instrumento de opresión, en este caso, de las sociedades de masas. Arendt está en desacuerdo con esta concepción tradicional que se ha mantenido entre política, poder y violencia.