Muchas veces, leyendo los preámbulos a las crónicas y, casi hablando con el cronista, es posible preguntar ¿a quién se parece?, ¿a quién querría parecerse?; porque salvo las primeras relaciones (Cortés), las que trascienden el patrón común (Sahagún, Durán) o singulares por matices especiales (Las Casas), quien pudo repetir, copiar, glosar, corregir, revelando u ocultando la fuente de su información, no dudó en hacerlo.1 No es necesario averiguar cuáles crónicas se citan más, cuáles vienen primero a la memoria: en estos días, la de Bernal, los naufragios de Alvar Núñez (más por los avatares con matices épicos del individuo que por la formalidad de la crónica), como antes eran las de Pedro Mártir (para los que leían latín) y Gómara –que trascendió en otras lenguas la prohibición para que se publicara en español.
El hecho común es que cada cronista, ya de la gran empresa –la conquista, la naturaleza del mundo nuevo– ya de la menor y más localizada –crónicas de territorios definidos por el interés, el propósito, la geografía más estrecha– procura destacar, con los matices que son más personales, la importancia de su texto. Podría ser buen ejemplo Gómara, no por lo que dice en su carta al lector, sino lo que dice a sus posibles y futuros traductores, porque la falsa humildad denuncia seguridad y orgullo de su obra:
Algunos por ventura querrán trasladar esta historia en otra lengua, para que los de su nación entiendan las maravillan o grandeza de las Indias y conozcan que las obras igualan, y aun sobrepujan, a la fama que dellas anda por todo el mundo.
Yo ruego mucho a los tales, por el amor que tienen de las historias, que guarden mucho la sentencia, mirando bien la propiedad de nuestro romance, que muchas veces ataja razones con pocas palabras. Y que no quiten ni añadan ni muden letra a los nombres propios de los indios ni a los sobrenombres de los españoles, si quieren hacer el oficio de fieles traducidores que, desotra manera, es certísimo que se corromperán los apellidos de los linajes. También les aviso cómo compongo estas historias en latín, para que no tomen trabajo en ello.
Índice de autores
Acosta, José de
Aguilar, Francisco de
Alcalá, Jerónimo de
Alegre, Francisco Javier
Alvarado, Pedro de
Alvarado Tezozomoc, Fernando
Anónimo
Anónimo (conquistador)
Argensola, Bartolomé Leonardo de
Baegert, Jakob
Barco, Miguel del
Basalenque, Diego
Beaumont, Pablo
Benzoni, Girolamo
Boturini Benaducci, Lorenzo
Burgoa, Francisco de
Cárdenas, Juan de
Casas, Bartolomé de las
Castellanos, Juan de
Chapa, Juan Bautista Chapa
Chimalpahin, Domingo Francisco
Cervantes de Salazar, Francisco
Ciudad Real, Antonio de
Cladera, Cristobal
Clavigero, Franceso Saverio
Colón, Cristobal
Conquistador anónimo
Cortés, Hernán
Dávila Padilla, Agustín
Díaz del Castillo, Bernal
Diez de la Calle, Juan
Dorantes de Carranza, Baltasar
Duran, Diego
Fernández de Oviedo y Valdés, Gonzalo
Franco y Ortega, Alonso
Gage, Thomas
García, Gregorio
Gemelli Careri, Giovanni Francesco
Herrera y Tordesillas, Antonio de
Ixtlilxóchitl, Fernando de Alva
Kino, Eusebio Francisco
Landa, Diego de
León, Alonso de
Lizana, Bernardo de
López Cogolludo, Diego
López de Gómara, Francisco
López Medel, Tomás
Lorenzana, Francisco Antonio
Mange, Juan Mateo
Mártir de Anglería, Pedro
Mota Padilla, Matías Angel de la
Motolinia, Fray Toribio de Benavente
Muñoz Camargo, Diego
Núñez Cabeza de Vaca, Alvar
Ojea, Hernando
Olmos, Andrés de
Palóu, Francisco,
Pareja, Francisco de
Pérez de Ribas, Andrés
Pérez de Villagrá, Gaspar
Picolo Francesco María
Rea, Alonso de la, fray
Remesal, Antonio de
Sahagún, Bernardino de
Sales, Luis de
Sepúlveda, Juan Ginés de
Sigüenza y Góngora, Carlos de
Solís y Rivadeneyra, Antonio de
Suárez de Peralta, Juan
Tello, Antonio
Tomás de San Rafael, padre
Torquemada, Antonio de
Tovar, Juan de
Vedia, Enrique de
Venegas, Miguel
Vetancurt, Agustín de
Villagrá, Gaspar Pérez de
Villagutierre Soto-Mayor, Juan de
Villalobos, Arias
Ximénez, Francisco
Zorita, Alonso de